lunes, 13 de diciembre de 2010

Después de una pelea, lo mejor es la reconciliación

'¿Qué? ¿Qué me dijiste?' - y no me decía nada.
'¿Loca histérica me dijiste?'
'No amor, no quise decir eso. Fue un impulso, perdoname' - y puso carita de perro mojado como la vez que se había quedado arreglando la goma del auto abajo de la lluvia.
'Bien que te gusta esta loca histérica y que una noche, medio en pedo, le propusiste matrimonio y ahora, gracias a esta loca histérica, te vas a convertir en papá y te va a cambiar la vida'. Y me largué a llorar.
'Andá a apagar la ducha y hablemos' - y lo hice.
Medio desnuda me senté en el comedor y él arrancó:
'Tenés razón. Perdoname. Es que ésto es muy difícil para mí también. Nos vamos a tener que aguantar los dos, con cada berrinche, con cada capricho y con cada planteo que nos hagamos. Pero juntos, en todas. Estos rollitos que te pueden llegar a salir son de pura felicidad. Va a ser la celulitis con sonrisa más grande que ninguna mujer va a tener. Vas a gritar de alegría arriba de la balanza porque vas a ver que tu hijo está creciendo bien ahí adentro y gracias a vos'.
Marcos tiene esas frases oportunas en el momento indicado que hacen frenar cualquier revolución hormonal de cualquier mujer.
Después de la mini pelea y mini reconciliación lo agarré de espaldas y le dije: 'Vos hoy te bañás conmigo'. Y así le saqué la camisa y no hizo falta que le saque el jean. Me revoleó la toalla que terminó en el piso, húmeda de algunas lágrimas y así, desnudos, llenándonos de besos abrimos la ducha y nos bañamos juntos.
La noche siguió tranquila. Él abrió vino y yo preferí el jugo. Por primera vez en lo que iba de embarazo me armé una ensalada de lechuga, tomate y huevo y tuve que soportar el olor de pizza de 4 quesos enfrente.
Cuando ya nos habíamos acostado y terminamos la peli, a eso de las 3 de la mañana me levanto al grito de:
'¡Andá a comprarme ya un cuartito de bizcochos de grasa!'