miércoles, 31 de agosto de 2011

Jojojó, ¿feliz? navidad.

Pan dulce, sidra y ensalda de frutas. Pollo, pan y gaseosas. Confites, maníes y budín. Golosinas, helado y sandwiches de miga. La mesa estaba repleta de comida y una mesa larga tan habitual como encantadora nos estaba esperando, irradiaba luz. El mantel rojo a cuadros resaltaba con los platos blancos y limpios, relucientes de limpieza, esperando a ser manchados con la mayonesa de ave que los chicos iban a disfrutar.
No pude evitar hacer un balance del año que estaba terminando y que había vivido con tantos altibajos. Pasé de la alegría al llanto como de la tristeza a la felicidad. Hice todo lo que podía hacer y me pasaron las mejores cosas que me podían pasar. Sufrí, salté, corrí, bailé, salí, y me convertí en futura mamá. Quedaba mejor regalo que ese para Navidad?

La fiesta que más me gustaba celebrar estaba a punto de empezar. Me acordaba cuando con Marcos armamos el arbolito y decoramos la casa, igual que todos los años, pero esta vez era 'nuestra casa'. Ahí íbamos a pasar el resto de nuestra vida y era en ese lugar donde nuestro/a hijo/a viviría, junto a nosotros.
Como todas las navidades, en mitad de la cena dejo de comer y los miro a todos, uno a uno y sonrío con cada uno recordando las cosas que vivimos juntos durante ese año. Es un secretito mío, nadie lo sabe ni lo nota. Mis ojos giran y saltan de silla en silla, rebosantes de ansiedad sabiendo que en la próxima habrá una sillita más y nuevos recuerdos van a aparecer, los mejores seguramente.
La música sonaba de fondo, dándole el toque especial al clima que estábamos viviendo. El calor nos estaba sofocando a todos, pero la brisa que corría por las calles nos refrescaba un poco el cuerpo. Niños corrían por las calles con estrellitas y tirando algunos cuetes, festejando la tradicional fiesta.
No podía faltar el momento de las lágrimas con el brindis, previo a la medianoche, en el cual cada uno expresaba algunas palabras para todos, alzando la copa y dejando escapar un dejo de nostalgia por otro año que se iba. Sin lugar a dudas es la fiesta más familiar de todas y, en especial a la mía, nos encanta compartirla juntos, unidos como nunca podemos en el año.
Tías, tíos, sobrinos, abuelos, ahijados, padrinos, madres, padres e hijos hacen de mi familia el mejor refugio que puedo tener en el mundo y los tenía ahí a todos juntos, disfrutando un poco de cada uno.

Sin embargo y para arruinar una noche perfecta, la tragedia nos dio una visita cuando llegó el turno de gritar 'FELIZ NAVIDAD'. ¡Qué regalo te mandaste Papá Noel!

viernes, 12 de agosto de 2011

Estamos con lo justo

'Esto viene de hace tiempo, pero no te quería decir nada porque ya tenías demasiado. La cuestión es que te vi tan contenta con la pieza para el bebé que no te pude decir que no y me la tuve que aguantar solo. Si bien no es para tanto, ya los ahorros se terminaron y se vienen las fiestas, más el nacimiento en 2 meses que acarrea muchos más gastos, se complica muchísimo. No te pongas mal, voy a hacer todo lo posible para que no falte nada y nos podamos dar todos los gustos. Por supuesto que al bebé no le va a faltar nada, porque hacemos todo para él, o ella. Pero ya no me puedo aguantar más y necesito compartirlo con vos. Es para que veamos cómo podemos llevar esto adelante los dos juntos y empezar a poner un poco el pie en el freno, nada más. Estamos con lo justo.'

No me lo esperaba. Si bien no éramos ricos, teníamos un buen pasar y nos podíamos dar algunos gustos que mucha gente, por ahí, no puede. Yo no me había dado cuenta hasta ese momento lo rápido que se iba la plata y no tomé conciencia de que los ingresos mensuales venían de un solo lado. Pensaba que pronto todo volvería a ser como siempre, cuando retome el laburo y, a fin de mes, haya dos sueldos. Pero por el momento no podía hacer otra cosa más que reducir gastos al mínimo y necesario.
No quisimos contarle a nadie esto, sería otro problema del cual nos encargaríamos juntos y solos. Sin embargo, instinto de madre, noté que el entorno se empezaba a dar cuenta de que algo estaba cambiando y que no teníamos la tranquilidad de antes. El calendario se iba consumiendo y el año llegaba a su fin. Después de todo, no iba a poder pasar mi fiesta preferida como yo quería, pero tenía el mejor regalo que Marcos me haya podido dar: ser madre.
No hubo viajes de fin de año, ni regalos exclusivos para navidad. Los pocos que pudimos comprar para la familia fueron cosas sencillas, pero que afortunadamente gustaron a todos.

Pero esa navidad tuvo algo que no tuvo ninguna otra; algo que, por poco, se convierte en tragedia.