sábado, 21 de enero de 2012

¡Basta de problemas, por favor!

Al otro día, si la quiso arreglar, la empeoró. Por empezar se despertó como a las cuatro de la tarde. Yo lo había llamado, lo zamarreé y hasta le tiré un vaso de agua, pero nada. En un momento pensé que se iba a levantar pero cuando se dio vuelta fue sólo para vomitar. Sí, me vomitó el sillón, los almohadones y ví cómo chorreaba el vómito hasta el piso, me manchaba la sábana con la que lo había tapado y él ni se mosqueó. Entre que venía enojada, eso me re calentó y me asqueó muchísimo. No paraba de hacer arcadas, se me revolvió el estómago y tuve que salir corriendo al baño. Fue la gota que rebalsó el vaso.

Agarré el trapo de piso y el secador y se lo tiré por la cabeza. Y empecé a gritarle de todo, que se despierte, que no sabía lo enojada que estaba y que cómo podía hacer estas cosas. Que era un tipo grande, a punto de ser padre, que no era consciente de mi estado y que me tenía que ayudar, no empeorar las cosas. Recalqué muchas veces que no quería que hiciera estas cosas y que era un inmaduro o un pendeviejo, que no entendía que quería hacer con esas cosas, no me escuchaba cuando le decía que se cuidara, que ya habíamos tenido mucho en el año anterior como para arrancarlo con más problemas. Grité y grité hasta que no me dio más la voz; realmente estaba cansada de todo. Quería que por fin algo me saliera bien y poder recuperar la paz.

Él no atinó a explicarme nada. Se levantó como sorprendido, no entendía nada y lo único que repetía y repetía era 'perdón gorda, perdoname', palabras que me las pasé por el culo. Arrugaba la frente, se mareaba y se quería limpiar y yo no paraba de gritarle cosas. El departamento era un desastre, no podía estar peor. El olor era insoportable y mi estómago me daba vueltas.

En un momento me tuve que sentar porque no podía más. Me dolía la panza, seguía con arcadas y me dolía la cabeza. Por ahí se apareció en la cocina preguntando dónde había una aspirina o algo para tomar porque 'se le partía la cabeza', 'estaba mareadísimo' y 'tenía un tsunami en la panza'. Lo miré con furia. '¡Todo esto es culpa tuya! Si no fueras tan pelotudo estas cosas no pasarían; ¡sos un pendejo!'

El dolor en la panza cada vez era más fuerte, me la agarraba con las manos pero no cesaba la molestia. Tenía el corazón a mil y estaba nerviosísima y ansiosa. Sentí algo húmedo y toqué.


Era sangre, estaba teniendo una pérdida..


Nota: ¡Blogger me tiró una buena! Ahora se pueden responder los comentarios que me dejan ahí mismo, lo cual voy a empezar a utilizar como medio para responder las cosas que me dejan escritas. ¡Buenísimo! Así que ahora les vuelvo a responder los comentarios :)

sábado, 7 de enero de 2012

Año nuevo, problemas nuevos.

Después del brindis a Marcos se le antojó salir a festejar año nuevo con sus amigos. Después de todos los antojos que tuve yo durante esos últimos meses y teniendo en cuenta el stress y cansancio que debía tener él por tener que bancarse un montón de cosas que fueron sucediendo y después del accidente de la mano, le dije que estaba bien, que vaya y se divierta pero que no haga ninguna boludéz y se cuidara. Parece que lo último no lo escuchó muy bien.

Salió en el auto, pasó a buscar a un par de amigos que se juntaban en una casa y salieron de parranda. Aparentemente hizo una mezcla de alcohol tremenda que le pegó muy mal. Arrancó con vino en la cena y champagne en el brindis. Hasta ahí iba bien, pero en la casa de sus amigos siguió. Agarró cerveza, sidra y no sé qué bebida alcohólica burbujeante más y no dejó nada. Se tomó hasta el agua de los floreros, como se dice. ¿El muy inconsciente no se daba cuenta que estaba en auto y tenía que manejar? ¿Los amigos no lo frenaron, no le dijeron que dejara de tomar? ¿No veían que no estaba bien como para andar así, en ese estado?

Salieron. Eran como 6 adentro de un auto. Música, gritos, alcohol, descontrol. Afortundamente llegaron como pudieron al boliche, pero sanos y salvos. Bah, salvos nomás porque sano no tenían nada, menos el hígado. Música, luces, mujeres regaladas, alcohol, baile, más descontrol. Espero que no haya hecho nada con ninguna minita, yo calculo que no, pero la duda siempre va a estar. Los amigos se fueron por cualquier lado, no se vieron hasta el final de la noche. Ahí lo encontraron a Marcos solo, en la barra, con la cabeza en el mostrador, y rodeado de vasos vacíos. Lloraba, lo único que estaba haciendo era llorar con la cabeza entre los brazos, tirado, dando una imagen espantosa. Decía que no iba a ser un buen padre, que no me iba a saber cuidar a mí, que no sabía como iba a hacer para manejar las situaciones y no estaba preparado para ser padre.

Como estaba le sacaron la llave del auto y lo subieron al asiento de atrás. Revolcado como pudo, entró y lo acompañaron los otros 5 hasta casa. Yo estaba durmiendo lo más pancha y despatarrada en la cama cuando sonó el portero. Al principio me asusté, pensando quién podría ser a esa hora y después imaginé que podían ser unos pendejos borrachos, que salían del boliche y se ponían a joder a la gente. Viendo que insistían y seguía sonando, me levanté y fui a atender.

'¿Hola? ¿Quién es?' - dije.
'Hola, disculpá la hora que es, pero estamos con Marcos que está re en pedo. Abrinos que lo subimos' - me dijo uno de los 5.

La puta madre pensé. Menos mal que le dije que no se mandara ninguna y que se cuidara. Mañana ibamos a hablar.

'A ver, fijensé si pueden abrir'. Les dije bien el piso y número de departamento y apreté el timbrecito para que puedan abrir desde abajo, sin tener que bajar yo.
A los 5 minutos los tenía tocándome la puerta. Yo ya había preparado un café y había abierto la ducha de agua fría para que ellos le pudieran sacar un poco la borrachera; a mí el cuerpo no me lo permitía. Cagada de calor como estaba les abrí y ahí lo vi. Daba lástima, el muy pelotudo. No podía ser tan boludo, tenía toda la ropa sucia, manchada con colores raros de bebidas por todos lados, el pantalón desprendido, los zapatos manchados. Parecía un pibe de 15 años que se pegaba su primer pedo, qué pendejo de mierda, lo quería matar.

Así como estaba lo metieron abajo de la ducha y les dije que se la arreglaran como pudieran y que cualquier cosa que necesitaran me avisaran. Al principio lo metieron con ropa y todo, pero después lo dejaron en bolas, para que tuviera más frío y reaccionara más rápido. ¡Qué increíble! Un tipo grande haciendo esas cosas, realmente tenía razón: así no iba a poder criar a un hijo. ¿Cómo iba a pretender hacerlo? Estaba enojadísima, me salía humo de las orejas.

El café se enfrío en la mesa, porque no llegó a tomarlo. Cuando más o menos se recompuso lo sacaron del baño y lo dejaron en el sillón. Lo tapé con una sábana finita, porque lo último que me faltaba era que se resfríe, se enferme o algo por el estilo. Andaba diciendo cosas inentendibles, susurraba frases raras, como que hablaba en otro idioma. No podía haber estado peor.

Le agradecí a los otros boludos pero también les dije que parte de que él estuviera así era culpa de ellos por no haberlo cuidado y no haberlo frenado a tiempo. Se fueron y yo me quedé con el borracho que estaba desnudo, mojado, tapado con una sábana rosa. Últimamente las imágenes que me quedaban de Marcos eran patéticas.



Lo último que dijo antes de dormirse fue lo único que le entendí en toda la noche.
'Perdoname gorda'. Y empezó a roncar.