miércoles, 29 de agosto de 2012

Poné los fideos que estamos todos.

Laura me contó que nunca la escuchó hablar de los padres ni de ningún familiar. Cuando le conté todo lo que había pasado no le sorprendió en absoluto y dijo que siempre le había parecido algo rara en sus actitudes, más aun al principio, cuando la conoció. De todas formas no dejó de decirme que si quería ella hablaba con los padres o haría cualquier cosa que yo necesitara. Le agradecí pero prefería hacerlo yo misma, creía que era la que lo tenía que hacer. Me propuso estar conmigo cuando haga la llamada, así que se vino a casa esa tarde.

A Marcos prefería contarle cuando ya haya hablado, así le decía todo lo que había pasado de un tirón. Mientras tanto, estaba nerviosa. Y no sabía por qué. Después de todo, el problema no era mío ni la que estaba loca de remate era yo. Pero frente a todo esto, pude ponerme por un minuto en los zapatos de Carolina y la entendí un poquitito. Me dí cuenta de que realmente estaba sola y que empezar de cero así era difícil para cualquiera. Sin embargo también reconocí que no era motivo para actuar como lo hizo y teniendo en cuenta el odio que sentía por mi, era un peligro que haya estado la posibilidad de que atienda mi embarazo. También era cierto que no era la única que se había venido de otra ciudad decidida a apostar en su futuro sin la compañía ni el consentimiento de nadie, y no todas reaccionaban de la misma manera. No sé, no quería darle más vueltas al asunto, así que apenas entró Lau a casa agarré el teléfono y marqué.

- 'Hola, ¿Lidia? Si, ¿qué tal? Te habla Sara, una conocida de tu hija, Carolina. Te llamo por un tema muy importante.'
Y así le conté todo lo que había pasado desde el primer día. Ella se largó a llorar, me pidió perdón cientas de veces y se hizo absolutamente cargo del estado de su hija, alegando que los únicos responsables eran ellos, que nunca habían creído en sus deseos y que, debido a la situación que tenían, era muy complicado que pudieran haber priorizado el futuro de Carolina, hecho del cual también se arrepentían profundamente.

A mí me conmovió todo su relato y entendí un poco más la raíz del problema. No sabía cómo encarar la charla para llevarla para el lado de que se viniera y se haga cargo o hablen con ella y le cuenten el cambio de postura sobre la decisión de ella de venirse acá y bancarse sola una carrera... Pero me ahorró el problema Lidia, diciendo:

- 'Con mi marido vamos a arreglar unos asuntos acá para organizar todo y poder ir para allá, así podemos verla y hablar con Carolinita. Yo le agradezco profundamente que me haya avisado y le vuelvo a pedir perdón por todo lo que mi hija le hizo. Ahora, si no es mucho pedirle, la reunión familiar, ¿podríamos tenerla en su casa? Me parece así armamos una gran charla donde podamos hablar de todo y de todos. Además tengo miedo de saber cómo puede llegar a reaccionar Carito, entonces preferiría estar acompañada en el momento en que se dé todo. ¿Usted qué opina?'

lunes, 13 de agosto de 2012

Alguien tiene que ceder.

No sé si mi vieja me estaba haciendo una joda, le habían cambiado la pastilla o había pirado, pero la cuestión es que eso era lo que ella pensaba. Cuando se fue no me quedé para nada contenta ni conforme con la charla que habíamos tenido entonces decidí hablar con alguien que esté de mi lado y me siguiera con el bardeo.

- 'Marito, en 5 minutos en casa. Hay crisis. Venite que yo pongo las masitas para el té.'

No hicieron falta más de 4 minutos y medio que ya me estaba tocando el portero.

- 'Tengo las orejas listas. Atacá.'
Y le conté todo. Desde el principio hasta la charla de recién con mi mamá. Nos hicieron falta más de medio kilo de masitas secas y una jarra y media de té. Cuando terminé me lo encontré con su camisa impecable lleno de miguitas, de piernas cruzadas sosteniendo el té y los anteojos más top del momento sobre su nariz.
- 'Al final es una loca mala peor que las que me cruzo yo. Yo te entiendo perfectamente a vos, mi amor. ¿Y tu vieja? ¡Cualquiera! En lugar de ponerse de tu lado, la defiende a ella sabiendo todas las cosas que te pasaron. Pero no me parece que le digas a Marcos que hable con la familia y hacerte cargo de sus problemas. ¿Acaso ella lo haría por vos? Mira Saru, hay cada una en la que yo no confío nada y esa mina nunca me terminó de cerrar. Pero, ¿por qué no hablás con Lau que es o era amiga de la turra? Ella la debe conocer más que todos nosotros. Bueno, que Marcos no, pero..'
- '¡Ay Mario, qué guacho! No me hagas acordar que Marcos estuvo con ella porque me da a pensar que debemos tener algo parecido para que él nos elija a las dos.'
- 'Sara, mirate lo que sos y decime qué tenés de parecido a ella. Mirate lo que sos, mirate. Vení, vamos al espejo. Una diosa del olimpo, madre, con un excelente trabajo, independiente, mirá esa cara y ese pelo. ¡Hace poco pariste, nena! ¿Quién se recupera así de rápido de una situación como esa? Hasta yo te doy, mamita, con eso te digo todo. Dale nena, dejate de joder. Tenés que tener seguridad en vos misma, ¡dejate de joder!'

Esas cosas me hacía falta escuchar. Mario tiene eso que dice lo justo en el momento justo y sin que yo se lo pida. Tiene un gran poder de percepción y es un gran tipo. Después de llenarme de elogios dejamos de hablar de lo mío y le dije que me ponga al día con sus andanzas y ese mundo de glamour que ya había dejado atrás. Mario seguía en las pistas, conociendo mejores chongos que los que yo pude cruzarme alguna vez y yendo al shopping todos los sábados, sin dejar de lado el té con sus amigos y amigas. Me contó cada detalle del buen sexo casual que tiene, de lo último en decoración y me tiró algunos tips para el invierno. Ese mundo del que alguna vez formé parte sigue siendo tan genial como cuando me entregué al formalismo y la relación seria.

Después de unas horas que estuvo con los nenes y rogándome ser padrino de alguno de los dos se fue dejándome un aroma de perfume exportado en todo el departamento que Marcos reconoció al instante cuando llegó del trabajo.

- 'Gorda, estuve pensando en todo lo que pasó. ¿No te parece que deberíamos hablarle a los padres de Carolina y ponerlos al tanto de todo? No sé, me parece, ¿qué opinás vos?'

Volvía el fantasma de Carolina a invadir mi ambiente y encima mi marido opinaba lo mismo que mi vieja. ¿Estaré siendo muy hija de puta? ¿Es inseguridad o querer proteger lo propio? ¿Al final la voy a tener que ayudar? ¿O Marcos tenía segundas intenciones y me estaba agarrando de boluda? No sabía qué pensar, pero la cara de orto que le puse a Marcos lo dijo todo. No quería volver a pelearme por esta mina. Iba a tener que resolverlo de alguna manera, pero ya estaba podrida de todo esto.

- 'Si, tenés razón. Algo vamos a tener que hacer.'