Al otro día me sentía mejor. Sí, tuve que ir un par de veces más al baño por mareos y demás, pero estaba relativamente bien. La casa había quedado hecha un desastre así que me puse a acomodar un poco y revolviendo las cosas y recordando olores pasados. Según me contaron después fue todo un éxito y hasta algunos parientes que estaban peleados, retomaron el diálogo. De Julián no me llegó ningún comentario y Marcos me había dejado una notita en la mesa que había salido a comprar unas cosas y que me amaba.
Yo aproveché el sábado a la mañana para irme hasta la clínica y averiguar si ya estaban los resultados de los análisis de sangre. Por suerte estaba todo bien, le comenté al doctor lo de la bendita tabla de fiambres y me dijo que evite todas esas grasas y cosas tan saladas en cantidad, que total tenía una vida larga para darme esos gustos, pero que por ahora no. De paso le pregunté más o menos qué podía comer y qué no y, aunque me recomendó una nutricionista, me tiró un par de ítems básicos.
A la salida, pasé por una farmacia y me pesé, para ver si el baby en ese mes y medio que llevaba de embarazo había engordado un poquito.
De poquito no tenía nada: ¡había aumentado 5 kilos y medio!. Me quise morir.
'Hola, ¿con la nutricionista?. Sí, ¿qué tal? Quisiera saber para cuándo puedo tener un turno. ¿El martes a la tarde? Sí, bárbaro, gracias. Hasta luego.'
Erotica Audiobooks
Hace 1 año