sábado, 31 de diciembre de 2011

Balance de fin de año

No puedo cerrar este año sin hacer el tradicional balance. Parece automático, pero cuando llega el final de año es inmanejable la necesidad de hacer un balance, mes a mes, de todo lo que te pasó. Sin pensarlo ni por un segundo tengo que decir que fue absolutamente positivo. Con el sólo hecho de bajar la mirada a la panza me basta para confirmarlo. No hay mejor regalo, ni mejor año ni mejor sensación que la de llevar a tu hijo en la panza y ser desde el día 1 la responsable de todo lo que le pase. Es tanto el amor que te genera ese ser que la vida te cambia por completo desde el día en que te enterás. La familia cambia, los tratos, la mirada, y hasta la manera en que uno sale a la calle. Te sentís protegida, terrenal pero flotando, los problemas cotidianos quedan en un segundo plano.

Si me siento y me pongo a recordar las cosas más importantes de ese año que se iba no podía descartar a la doctorcita gato, el accidente de Marcos, los primeros meses del embarazo, mi ataque esquizofrénico del quinto mes y demás disgustos que tuve que afrontar. Fue sin dudas un año de mucho aprendizaje, madurez y cambios personales y de personalidad. Entendí por dónde tengo que seguir mi camino y desistí de aquellos rasgos juveniles e inmaduros que todavía mantenía. Valoricé la reunión familiar, la salida con el amigo y las noches en pareja. Aprendí dónde tengo que descargar toda mi energía y en qué cosas realmente importantes tener la cabeza ocupada. Me rompieron esa cajita de cristal en la cual estuve viviendo por más de 20 años y fue de un piedrazo que rompió todo, no se fue cortando de a poco. De repente me encontré madre, esposa, hija y amiga. Pude mantenerme firme en un hospital y luché por lo que creía mío. Conseguí administrar mejor mis gastos y comprendí que a pesar de las distancias y todo lo que pueda suceder, la familia está siempre que la necesitamos.

Me arrepiento. Me arrepiento de haberle causado daño a mi hijo en sus primeros estadíos de vida. De haberle provocado tantos problemas y preocupaciones a Marcos, mi familia y mis amigos. De no haberme dado cuenta antes de cómo son realmente las cosas y cuál es un verdadero problema y cuál una simple controversia.
Me arrepiento de no agradecer lo suficiente ni demostrar la felicidad y plenitud que siento día a día. De no responder de la manera en que actuaron conmigo y de haber disfrutado tan poco de los buenos momentos. Me arrepiento de haberle dado tanta bolilla a la pelotudez que me rodeó.

Agradezco. Agradezco a todos los que me acompañaron en el año e hicieron de mi un buen alumno que aprendió sus lecciones. A la vida por darme el don de ser madre y poder compartirlo con el amor de mi vida y la mejor familia que me pudo tocar. Agradezco la paciencia de mi marido, la templanza de mis viejos y la sensibilidad de Laura. Gracias a todos los que no se lo dije lo suficiente y sobre todo al bebé, por hacerme tan tan feliz.

Que al momento de levantar la copa y brindar con la familia sientan todos la misma felicidad que sentí yo en ése chinchín del 31. Ése es mi deseo para ustedes.

Infinitas gracias a ustedes, lectores, a los cuales no me canso de agradecer por seguir y seguir leyendo a esta loca disparatada que lo único que hace es quejarse de todo. Muchas gracias, ustedes también me hacen feliz. Los quiero y ¡muy feliz 2012!

domingo, 25 de diciembre de 2011

Noche de paz, noche de amor.

Después de decidirme completamente a bajar los cambios que tenía subidos últimamente, logré tranquilizarme, tanto mental como corporalmente y los dolores desaparecieron. Al otro día ya estaba de vuelta en mi casa y focalizada únicamente en darle lo mejor a mi hijo o hija en éstos 2 meses que me quedaban de embarazo. Comprendí que la locura genera más locura y que lo mejor era tomarse las cosas con más calma, ya que de a poco todo iba volviendo a su rumbo habitual.

Me interné en un spa por unos días con mi amiga Laura, que hacía muchos días no tenía noticias de ella. Nos hicimos de todo: masajes, tratamientos faciales, hidromasajes, sauna, pileta, algunos ejercicios y comimos de lo más sano. Sentía que debía hacerlo y Marcos estuvo de acuerdo. Fue el regalito de Navidad de Laura, porque nuestros ingresos seguían siendo acotados, por lo menos, hasta la mitad del año que viene cuando ya estuviéramos medio cancheros con el tema de la maternidad y pueda ir haciendo algo de trabajo en casa.

Salimos renovadas. La verdad que fue un regalo que me vino bárbaro ya que me relajé y la pasamos brutal con mi mejor amiga, poniéndonos al día, hablando de todo y de todos. Le conté el accidente de Marcos, toda la historia de Laura y las anécdotas del hospital. Ella no podía más que reírse y putear al gato cagado a escobazos de la doctorcita. También escuché todo lo que tenía para contarme Lauri acerca de su vida últimamente. Me alegró muchísimo saber que ella había conocido a un tipo en una reunión de trabajo extra-oficina y que, si bien iba todo tranquilo y despacito, estaban muy bien y que la pasaban regio juntos.

Para el miércoles ya estaba de vuelta en la locura de la ciudad, pero lo único que quería era seguir relajada con mi marido en la cama y mimarnos como hacía tiempo no podíamos hacer. Esa noche no sé si fue el spa, el relax que tenía encima o qué pero tuve una de mis mejores noches de sexo. Si bien la que tuvo que laburar fui yo, por la panza y por encontrar una posición cómoda, probamos cosas nuevas y hasta incluímos algo de comida, súper-recomendable. Recuerdo esa noche como si fuera la de ayer, recorrí cada centímetro del cuerpo de Marcos y disfruté sus besos en mi cuello y sus manos en la cintura. Se me vienen a la memoria las frases que me susurraba al oído y las veces que me repitió que me amaba. Me dedicó cada uno de sus orgasmos y exhalaba con tanto placer que hasta su sudor me parecía dulce. Sentía cada latido de su corazón en mi pecho y sus piernas abrazando mis gemidos. Desplomé cada uno de mis mordiscos sobre su espalda y besé incansablemente cada músculo que se marcaba entregándome su amor a cada momento.


Después de tantos quilombos, necesitábamos los dos retomar esa conexión, ¿no?



*Nota: Muy feliz navidad a cada uno de mis lectores y a todos aquellos que entran a este humilde espacio de la blogósfera que tantas satisfacciones me trajo y me sigue trayendo. Quiero agradecer infinitamente a todos los que me hacen el aguante y me dedican sus hermosos comentarios desde hace ya más de un año. Me llenan de alegría con cada palabra y me dan ganas de seguir contando más y más todo lo que me fue pasando. Gracias por leerme y compartir conmigo sus experiencias. Son lo más, como se dice ahora. ¡Y vamos que hay mal atendida para rato!

lunes, 12 de diciembre de 2011

¿¿¿Se viene el parto???

Cuando sentía que ya no tenía más nada porqué preocuparme porque el tema de Carolina se había solucionado, Marcos estaba mejorando con el tema del brazo y se respiraba paz y armonía en toda mi familia, mi cuerpo me pasó factura de todo lo que me había estado pasando esos últimos días. Mi año todavía tenía menos de una semana para terminar pero una preocupación más en la cabeza: empecé a sentir dolores en la panza.

En realidad venían de hacía un tiempo, pero al ratito se me pasaba y no le daba importancia. Me protegía la culpa diciéndome que seguramente era por la posición del bebé, algo que había comido o que la ropa era muy ajustada, nada muy grave. Pero un día me desperté a la mitad de la madrugada sintiendo un dolor muy fuerte en el vientre y ésta vez no me podía salvar con nada, realmente era fuerte. Y me preocupé mucho.

Me retorcía en la cama y hacía fuerza por no gritar, pero lo terminé despertando a Marcos por la desesperación que me agarró. Él no entendía nada, me cagó a pedos por no haberle contado los hechos anteriores y como pudo me cambió, agarró un bolsito y salimos para el hospital.
Con una mano manejaba, la sana, y con el yeso me acariciaba la panza y trataba de tranquilizarme diciéndome que todo iba a estar bien. Yo del dolor más de una vez le apreté la muñeca sin darme cuenta y hasta llegué a morderle la punta de los dedos. Él se la bancó sin chistar y me ayudó en todo.

Ya casi que nos habíamos hecho amigos de los médicos y las enfermeras porque últimamente habíamos ido al hospital bastante seguido. Me atendió una doctora hiper-dulce, súper tranquila, de esas que viven la vida en primera, siempre en slow y con toda su vocecita después de revisarme bien me dijo: 'Mirá, no es nada, son tus primeras contraccioncitas, ¿si? No hay nada de qué preocuparse, es normal. El loquito o la loquita está con ganas de salir, jijiji.'

En mi estado no pude más que sonreirle y agradecerle; me tenía que bancar los dolores. Le conté que tenía fecha para febrero pero me dijo que es muy frecuente el nacimiento de sietemesinos, sobre todo a causa de stress o algún accidente que induzca la rotura de la bolsa, etc. Apenas me dijo esto la llené de preguntas acerca del estado de salud de los bebés sietemesinos, si tienen una vida normal, si alcanzan el desarrollo suficiente, si le afectaba en algo la calidad de vida y muy tranquila no me quedé.

De todas maneras no me podía ir a mi casa, así que decidieron internarme por lo menos hasta el día siguiente. Juro que esa noche soñé que paría..pero que el final no era feliz.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Instinto asesino

Abrí los ojos, la miré fijo y empecé a elegir cuáles dientes le iba a bajar. Me imaginaba cada uno de los anillos de mi mano derecha hinchándole las encías y haciéndola sangrar. Para no tener la otra mano desocupada, pensé en arrancarle cada uno de los pelos que tenía y que después me barriera el piso con la lengua. Como seguramente se iba a agachar, tenía la altura justa para que mi rodilla le diera en la boca del estómago y un codazo en la espalda que la tumbara en el piso. Una vez tirada, un par de patadas en las costillas serían el toque final que la terminaría de desarmar a la muy turra. ¿Cómo va a decir eso? ¿Estaba loca?
Pareciéndome un poco fuerte, y teniendo en cuenta mi estado físico que no me ayudaba para bancarme una pelea así, preferí simular simpatía.

'Jajajaja.. y no! Para eso ya estoy yo, que aparte puedo jugar con lo que hay adentro, ¿no?' - le dije.
'Si... tampoco se puede jugar mucho que digamos con eso, ¿no? jajajaja. No se puede saltar la soga, ni al elástico.. no sé si me explico' - remató.

Tenía que llegar un comentario así para que Marcos reaccionara. Típico: hay que tocar el tema del tamaño para que un hombre se sienta insultado y empiece a defenderse.

'Bueno, bueno, bueno.. hasta acá. Carolina te agradezco que hayas venido y te hayas preocupado pero ya está, no quiero seguir mezclando más las cosas para no generar malos entendidos. Está más que claro, pero por las dudas lo vuelvo a resaltar: yo estoy casado y esperando un hijo con ella; lo nuestro fue hace mucho tiempo y no va a volver a pasar nada nunca más. Me parece absolutamente desubicado de tu parte ciertos comentarios y te voy a pedir que te vayas. Muy lindo el cartelito, la charla, todo, pero se terminó. Ah, además no quiero que vuelvas a aparecer, ni me llames, ni mandes mensajes, nada por el estilo. Si volvés a tener un accidente, acordate de otra persona para que te rescate, yo para vos no existo más, ¿ok?' - y me dejó muda.

Se levantó, abrió la puerta y la echó.


Cuando cerró la puerta dijo: 'Bien que gritaba con este juguetito.'

miércoles, 16 de noviembre de 2011

¡Me van a enfermar, me van a enfermar!

Era el colmo. ¡No se rendía nunca la muy tontita! ¿Se pensaba que todavía tenía chances? ¿Qué la motivaba a seguir jodiendo a esta mina? ¿Será masoquista? O peor: ¿Marcos la ilusionará, se hará el galán o estará también con ella?

'¿¡CÓMO QUE QUIERE VENIR PARA ACÁ!? ¡Es pura provocación! Está buscando que la deje pelada. Pero me busca, me busca y me va a terminar encontrando. ¿Y acaso con motivo de qué piensa aparecer?' - gritaba, mientras pensaba que no tenía respiro ni a fin de año.
'No sé, me dijo eso nomás' - dijo, haciéndose el que no entendía nada. Con una mano sostenía el celular y con la otra, enyesada, se agarraba la cabeza como diciendo qué quilombo se me viene.

Me arreglé un poco; no quería dar más imagen de loca de la que ya tenía. El calor me tenía irritada y transpiraba como si estuviera abajo del sol y eso me ponía de peor humor. Sonó el timbre y le grité a Marcos: 'Dejamelá a mí, yo la atiendo'
Ustedes me dirán si no es ridícula. Apareció con un cartel bien bochornoso y escrito en neutro que decía: ¡Recupérate, compadre! repleto de sonrisitas y corazoncitos tapándose la cara y cuando escuchó que se abrió la puerta gritó ¡HOLA! con esa cara de boluda, mostrando todos los dientes y haciéndose la simpática, medio payasito, con un capri gastado y una remera verde que se le notaban todos las bolitas de tela de lo usada que estaba. Yo, al lado de ella y con un crío en las entrañas, era una lady. Me quedé boquiabierta, con el picaporte en la mano, y al segundo me empecé a reir. No puedo estar insegura con una mina así. Aparentemente venía con ánimos de amiguita, nada de calentar ninguna bragueta ni mostrar escotes veraniegos.
Cuando se dio cuenta que era yo, le cambió la cara y pidió perdón, avergonzadísima. Yo disfruté tanto su ridiculez que me sentía con ventajas ante la situación. Le dije de mala gana que pasara y le agarré el cartel ese de lástima. Ahora quería verle la cara a Marcos y ver qué decía, cómo la miraba y qué actitud tenía ante ella, si me iba a besar, demostrar que éramos una familia y le marcaba bien la diferencia, dejando en claro el papel que jugaba cada uno en esta historia.

El muy goma no decía nada, tartamudeaba, se acomodaba la ropa, típicas señales suyas cuando está nervioso, incómodo. Los dejé solos, para que charlaran y me fui a la cocina a escuchar todo atrás de la puerta. Obviamente dejé un espacio por donde chusmear lo que hacían. Me hice la divina y les traje té con galletitas y me senté al lado de él y lo abrazaba, me tocaba la panza, le hacía tocarme la panza, tiraba comentarios al estilo "mujer radiante" y hacía de cuenta que la vida me sonreía.
El motivo de la visita fue el susto que se llevó cuando en el hospital se enteró de lo del famoso Papá Noel accidentado y cuando leyó el historial, no lo podía creer.
'Decí que no fue nada, pero me agarró un miedo cuando ví tu nombre ahí Marqui, te juro no lo podía creer' (¿Marqui? ¡Hacete lavar el culo, pelotuda!) 'Así que apenas pude me vine para saber si necesitabas algo, después de todo lo que vos hiciste por mí, lo mínimo que puedo hacer es ofrecerte mi ayuda por si necesitás algo; eso sí, bajarte el cierre cuando quieras ir al baño no creo, porque no tengo drama, pero no creo que te dejen, jajajajajajaja.'



La mato, agarrenmé porque la mato.

martes, 1 de noviembre de 2011

Exploté

'Na, na, na. Esto es muy fuerte. Esta mina siempre aparece para armar quilombo. ¿Y ahora qué quiere? Qué raro que aparece siempre después que se solucionaron los problemas. ¿No le quedó claro lo que le dije la otra vez? ¿Está buscando que la cague a trompadas? Yo no tengo drama y ganas no me faltan. Se la tengo jurada a ese gato. Sigue y sigue y sigue jodiendo con vos. Me va a agarrar cruzada un día y le voy a dar vuelta la cara de un tortazo. ¿No se cansa de romper las bolas? ¿Todavía se piensa que tiene alguna chanche con vos? ¿O pasó algo que a ella le pueda llegar a dar a pensar que todavía puede pasar algo? ¿No habrás hecho nada vos, manquito no? Porque si algo me falta es que después de todo, termines con ella. Yo estoy re podrida, no puedo seguir bancándome a esta minita que te ande por atrás. ¿No fui clara? ¿Eh? Decime porque sino parece que yo estoy loca. Bastante paciencia le tuve la otra vez con eso del accidente y me tuve que aguantar que te hagas el Súperman yendo a rescatar gente. ¿Es o se hace? ¿Cuántas veces le voy a tener que aclarar las cosas? Mirá, mirá lo que tenemos vos y yo; en 2 meses sale. Más claro que ésto me parece que no hay. Encima la muy cagona manda mensajitos, se la da de moderna ahí. Yo le voy a dar así queda moderna. Le voy a decir que se usan los chichones y los moretones en los ojos. ¡Claaaaro, loco! Que pare un poco. Me está colmando la paciencia, me está colmando la paciencia. A ver.. ¿qué quiere? ¿Qué te dice? ¿Chocó otra vez la boluda? Y si, no me sorprendería. Porque qué se puede esperar de ella si no..'

Marcos lee el mensaje y me interrumpe:

'Está viniendo para acá..'

sábado, 22 de octubre de 2011

Mal atendida atiende a Papá Noel

El corazón me latía a mil por hora. El susto que tenía era increíble, sin embargo me tranquilizó en cierta medida el tono jocoso del médico. Supuse que si iba a dar una mala noticia, no lo haría con ese tono, ¿no?.
'Señora, está todo bien, quédese tranquila. Estamos muy acostumbrados a que pasen estas cosas. Lo que nos resultó muy gracioso fue el particular traje de Papá Noel, eso sí que no lo habíamos visto nunca, jajajaja. (¿'jajajaja'? ¿me está jodiendo este tipo?) Tuvimos que curarle las heridas y limpiamos las cicatrices que le quedaron, fue un estruendo fuerte, pero no trajo consecuencias mayores. Únicamente les vamos a pedir que lo dejen descansar, ahora está durmiendo y va a tener la mano engasada por unos días y, obviamente, no la va a poder usar. Pueden quedarse esta noche acá y mañana tempranito, Papá Noel podrá irse a seguir repartiendo los regalitos, jajajaja.'

El médico estaba chocho, no paraba de meter chistes y yo lo quería mandar a la mierda. No sé si lo hizo para descontracturar un poco o porque había tenido un brindis a las 12, pero no me cayó para nada bien.
Mi viejo lo tenía a Marcos entre ceja y ceja; yo lo desperté a Joaquín y le dije que se quedara acompañándome y que mi viejo se vaya a descansar.

Pasé la noche en el hospital, me acosté un ratito en la cama de al lado. La imagen de Marcos era patética: dormido, con la boca abierta y largando saliva, vestido de Papá Noel y con una mano blanca entre sus zonas..pudendas. Cuando Joaquín entró se escuchó un 'AH BUE' y no pude hacer otra cosa más que reirme.

La verdad que descansar no pude, pero al otro día a eso de las 10 de la mañana yo ya estaba en mi casa, con el tarado de mi marido sentado a la mesa y preparándole el desayuno.
Sonó su celular, y cuando pasa eso nunca se pueden esperar buenas noticias.


'Un mensaje nuevo de: ....Carolina.'

sábado, 1 de octubre de 2011

Último momento: Papá Noel accidentado

El hospital estaba desierto. Eran las 0:10 horas del 25, pleno festejo de Navidad. Sólo un par de médicos rezongones por tener que estar ese día trabajando habitaban el lugar. Entramos todos corriendo y se asomaron los profesionales que estaban de guardia. Obviamente no se sorprendieron de tener que atender un paciente por un accidente con pirotecnia, lo cual es muy habitual para esas fechas. Sin hacernos ningún tipo de pregunta empezaron a revisarlo y sacarle el traje. Fue todo muy confuso, rápido y descontrolado, sin resaltar lo patético de la situación con un hombre borracho disfrazado de Papá Noel y, encima, lastimado. El doctor no pudo disimular reirse ante esa imagen tan particular.

Marcos estaba inconsciente, no podía saber cómo se sentía ni qué le dolía. Diciéndonos que nos tranquilizáramos y esperáramos en la sala, se lo llevaron a una habitación para atenderlo correctamente. Llamamos a la casa de mis tíos avisando que ya lo estaban atendiendo y nos sentamos en unas sillas que nos sostuvieron por un par de horas.

Yo no sabía si reirme o llorar. Si pararme e irme por lo boludo que había sido Marcos o empezar a rezar con todas mis fuerzas. Joaquín me contuvo y me aseguró que todo iba a estar bien. Mi viejo estaba re caliente con Papá Noel, Navidad, las fiestas y todo; quería mandar todo a la mierda, y a mi me ponía más nerviosa. Recorrimos el pasillo de ida y vuelta cientos de veces mientras entraba más gente herida de manera similar al boludo de mi marido. Entrando en confianza con el lugar empecé a charlar con familiares de otros accidentados y compartíamos los sentimientos de la situación.

Mi panza no daba más, no veía la hora de que todo haya terminado y bien y poder irme a mi casa a descansar. Me había arruinado la fiesta y tenía miedo de que tantos nervios me jugaran en contra a mi y al bebé. Esperando, Joaquín se quedó dormido en una silla y mi viejo se tomó como una jarra de café.

Cuando llegó el doctor que se lo había llevado me levanté de un salto.
'¿Familiares del Papá Noel accidentado?' - preguntó chistosamente en voz alta a la sala.
Tímida, pero rápidamente salí corriendo a conocer las nuevas noticias, mientras el resto de las personas largaban sus carcajadas burlonas.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Querido Papá Noel

Con las copas en alto dijimos los últimos deseos para ese año que se iba. Estábamos listos para renovar las energías y afrontar otro nuevo año, que pronto comenzaría. Agradecimos estar todos juntos, sanos, unidos, en la dulce espera de un nuevo integrante. Y brindamos, chochos de la vida, uno por uno nos saludamos deseándonos lo mejor y diciéndonos cuánto nos queremos.

Conociendo a Marcos no me extrañó lo que hizo. Sólo él sabía de ésto. En medio del brindis, cuando se empezaron a escuchar los primeros fuegos artificiales, él se fue adentro de la casa de mis tíos, donde estábamos festejando Navidad, y después de un rato salió disfrazado de Papá Noel. Imaginensé las carcajadas de todos ante ese trucho Papá Noel que venía, para colmo, sin regalos. O eso creíamos.
Salió corriendo a la calle, gritando como un loco, parecía borracho, y empezó a saludar a todos los vecinos, deseándoles feliz navidad y haciendo el típico 'jojojo' a todo el mundo. Nosotros nos reíamos y avergonzábamos al mismo tiempo. Afortunadamente los niños de la familia ya conocían el verdadero origen de los regalos y no se llevaron ninguna decepción.

Todo venía genial, ya estaban preparando las copas con helado para todos y los chicos ya estaban abriendo las garrapiñadas, cuando Papá Noel nos trajo el regalo. Típico de Marcos, se quiso hacer el gracioso y esta vez le salió mal. Agarró una de esas bombas de estruendo, pero de las potentes y se fue al medio de la calle. La prendió y empezó a jugar, dando vueltas, saltando, haciéndose el valiente. Al principio nos reíamos, pero mientras pasaba el tiempo y veíamos que no la tiraba, le empezamos a gritar que la tire, que no sea boludo, que se iba a lastimar.

Pasó todo en un segundo. La bomba de estruendo explotó, pero Marcos no llegó a tirarla. Salimos corriendo al medio de la calle a los gritos, los vecinos se acercaron y alguno se avivó y llamó a la ambulancia. La felicidad se fue a la mierda y tuvimos que salir todos corriendo al hospital más cercano. Los chicos se largaron a llorar y mi abuela estuvo a punto de descompensarse. Así como estábamos dejamos todo y salimos.

Mientras las familias disfrutaban de la fiesta en paz y tranquilos, yo cruzaba media ciudad para curar a mi marido. Me esperaba lo peor. ¿Y si le había dañado alguna parte importante? No podía ver nada, entre el traje de Papá Noel y las manos negras de él no distinguía las heridas. Tampoco me dejaron mirar mucho, dado mi estado y en las circunstancias en que había pasado todo. Me acompañaron mi viejo y Joaquín, mi primo. No paraba de putearlo y preguntar cómo estaba él.
Llegamos, corriendo encontramos un médico y le contamos lo que había pasado. Ahora sólamente quedaba esperar...

miércoles, 31 de agosto de 2011

Jojojó, ¿feliz? navidad.

Pan dulce, sidra y ensalda de frutas. Pollo, pan y gaseosas. Confites, maníes y budín. Golosinas, helado y sandwiches de miga. La mesa estaba repleta de comida y una mesa larga tan habitual como encantadora nos estaba esperando, irradiaba luz. El mantel rojo a cuadros resaltaba con los platos blancos y limpios, relucientes de limpieza, esperando a ser manchados con la mayonesa de ave que los chicos iban a disfrutar.
No pude evitar hacer un balance del año que estaba terminando y que había vivido con tantos altibajos. Pasé de la alegría al llanto como de la tristeza a la felicidad. Hice todo lo que podía hacer y me pasaron las mejores cosas que me podían pasar. Sufrí, salté, corrí, bailé, salí, y me convertí en futura mamá. Quedaba mejor regalo que ese para Navidad?

La fiesta que más me gustaba celebrar estaba a punto de empezar. Me acordaba cuando con Marcos armamos el arbolito y decoramos la casa, igual que todos los años, pero esta vez era 'nuestra casa'. Ahí íbamos a pasar el resto de nuestra vida y era en ese lugar donde nuestro/a hijo/a viviría, junto a nosotros.
Como todas las navidades, en mitad de la cena dejo de comer y los miro a todos, uno a uno y sonrío con cada uno recordando las cosas que vivimos juntos durante ese año. Es un secretito mío, nadie lo sabe ni lo nota. Mis ojos giran y saltan de silla en silla, rebosantes de ansiedad sabiendo que en la próxima habrá una sillita más y nuevos recuerdos van a aparecer, los mejores seguramente.
La música sonaba de fondo, dándole el toque especial al clima que estábamos viviendo. El calor nos estaba sofocando a todos, pero la brisa que corría por las calles nos refrescaba un poco el cuerpo. Niños corrían por las calles con estrellitas y tirando algunos cuetes, festejando la tradicional fiesta.
No podía faltar el momento de las lágrimas con el brindis, previo a la medianoche, en el cual cada uno expresaba algunas palabras para todos, alzando la copa y dejando escapar un dejo de nostalgia por otro año que se iba. Sin lugar a dudas es la fiesta más familiar de todas y, en especial a la mía, nos encanta compartirla juntos, unidos como nunca podemos en el año.
Tías, tíos, sobrinos, abuelos, ahijados, padrinos, madres, padres e hijos hacen de mi familia el mejor refugio que puedo tener en el mundo y los tenía ahí a todos juntos, disfrutando un poco de cada uno.

Sin embargo y para arruinar una noche perfecta, la tragedia nos dio una visita cuando llegó el turno de gritar 'FELIZ NAVIDAD'. ¡Qué regalo te mandaste Papá Noel!

viernes, 12 de agosto de 2011

Estamos con lo justo

'Esto viene de hace tiempo, pero no te quería decir nada porque ya tenías demasiado. La cuestión es que te vi tan contenta con la pieza para el bebé que no te pude decir que no y me la tuve que aguantar solo. Si bien no es para tanto, ya los ahorros se terminaron y se vienen las fiestas, más el nacimiento en 2 meses que acarrea muchos más gastos, se complica muchísimo. No te pongas mal, voy a hacer todo lo posible para que no falte nada y nos podamos dar todos los gustos. Por supuesto que al bebé no le va a faltar nada, porque hacemos todo para él, o ella. Pero ya no me puedo aguantar más y necesito compartirlo con vos. Es para que veamos cómo podemos llevar esto adelante los dos juntos y empezar a poner un poco el pie en el freno, nada más. Estamos con lo justo.'

No me lo esperaba. Si bien no éramos ricos, teníamos un buen pasar y nos podíamos dar algunos gustos que mucha gente, por ahí, no puede. Yo no me había dado cuenta hasta ese momento lo rápido que se iba la plata y no tomé conciencia de que los ingresos mensuales venían de un solo lado. Pensaba que pronto todo volvería a ser como siempre, cuando retome el laburo y, a fin de mes, haya dos sueldos. Pero por el momento no podía hacer otra cosa más que reducir gastos al mínimo y necesario.
No quisimos contarle a nadie esto, sería otro problema del cual nos encargaríamos juntos y solos. Sin embargo, instinto de madre, noté que el entorno se empezaba a dar cuenta de que algo estaba cambiando y que no teníamos la tranquilidad de antes. El calendario se iba consumiendo y el año llegaba a su fin. Después de todo, no iba a poder pasar mi fiesta preferida como yo quería, pero tenía el mejor regalo que Marcos me haya podido dar: ser madre.
No hubo viajes de fin de año, ni regalos exclusivos para navidad. Los pocos que pudimos comprar para la familia fueron cosas sencillas, pero que afortunadamente gustaron a todos.

Pero esa navidad tuvo algo que no tuvo ninguna otra; algo que, por poco, se convierte en tragedia.

sábado, 30 de julio de 2011

Relax.. ¿relax?

Me lo tomé con calma, ya bastante movido había sido todo hasta ese momento. Pero parecía haber más. Las sorpresas nao tem fim. Por supuesto que lo primero que preguntamos era si estaba todo bien, no me podía perdonar si algo de lo que había hecho hubiese perjudicado al baby, pero por suerte todo seguía normal.

Me agarró otro ataque de locura, pero esta vez del bueno: preparar la pieza del bebé. Quizás quedarnos sin living, reducir el espacio del balcón, pero el bebé tenía que tener su lugar. Si bien el departamente no es demasiado grande como para agregarle una pieza, 4 paredes y un techo propio tenía que tener nuestro hijo/a. Así que me puse en plan de albañil y salimos a buscar personas que nos ayudaran con los materiales, las medidas, y que se pongan los sombreros de papel con forma de barco con nosotros.

Brocha en mano, me dediqué a los rincones, los detalles, los colores y la iluminación. Instalamos cuna, armario, luces y hasta una mesita con silla. La verdad que, por ser improvisado, quedó bastante lindo. Por supuesto que nos trajo unos buenos dolores de cabeza y sentíamos como la plata se gastaba tan rápido y en tal cantidad. Eso era otro tema. Yo sin estar trabajando y las cosas de bebés que tenían los precios por las nubes, sumado a la construcción de la piecita. Por suerte los abuelos, amigos, madrinas y padrinos que se sumaron ayudaron en todo sentido y eso se los voy a agradecer siempre. La fecha se nos venía encima, estábamos entrando en diciembre y la ansiedad se incrementaba tanto como la alegría. Empezaron a aparecer las decoraciones navideñas y los arbolitos adornados, síntoma de la inminente navidad, fiesta que tanto me gusta celebrar. No paraba de sonreir y llorar al mismo tiempo, la sensibilidad la tenía a flor de piel, estaba en la cima de la felicidad.

Pero como no todo es felicidad Marcos me enfrentó con la realidad de frente: 'Gorda, tenemos problemas económicos. Vení, sentate.'

domingo, 17 de julio de 2011

Renovada

Si, decididamente necesitaba volver a ser mi antigua yo. Las cosas con Marcos volvieron a ser tal como fueron hasta el ataque de locura. Pedí perdón a montones y a todo el mundo. Gracias a Dios me entendieron y perdonaron todos y todo. Volvía a sentir esa tranquilidad y seguridad que me daba el embarazo. De pronto todo volvía a ser de color de rosas. O celeste?

Moría de ganas de saber el sexo del bebé pero a la vez quería que sea una sorpresa. Tenía la intriga a flor de piel, pero imaginé que la sorpresa del momento iba a ser superior y preferí esperar. Todos elaboraban teorías al respecto. 'Va a ser varón, por la forma de la panza y aparte estuviste comiendo muchas nueces'. 'Seguro es nena porque no engordaste tanto'. Se generaron hasta apuestas respecto del tema y yo no podía hacer más que reirme.

Empecé a escribir todo, para tener un registro detallado y acordarme siempre de lo que había pasado durante ese hermoso tiempo de los '9 meses'. Con la ayuda de todos fui anotando lo que había pasado, lo que ellos pensaban cuando me vieron en ese estado que quiero olvidar siempre pero que ya forma parte de mi vida y, sobre todo, lo que Marcos esperaba, sentía, sus ilusiones, sus proyectos.
Todos los días nos levantábamos haciendo la cuenta regresiva. El médico ya me había dado la fecha: 14 de febrero. Si, justo el día de los enamorados, ¿casualidad? El calor de noviembre ya se hacía notar bastante y con una panza enorme me costaba dormir, vestir, salir a la calle, bañarme, todo. El placard lo tuve que reemplazar entero por ropa cómoda, llena de flores, me sentía una vieja, o como cuando los viejos usan esos pijamas estirados. Un espanto.
Marcos pensaba igual que yo con respecto a saber el sexo del bebé, así que seguimos adelante con que sea una sorpresa.

Me hacía ecografías como si fuera algo natural, rutinario, ya era como una costumbre. Le comentamos al médico que no queríamos saber el sexo, pero él ya lo sabía y siempre se reía cuando miraba por la pantallita. Un día nos dijo: 'el 14 de febrero no saben qué sorpresa se van a llevar'.

Lo miré a Marcos y él me miró a mí. ¿Y ahora que se viene?

jueves, 7 de julio de 2011

Recuperando la calma

El miedo se había apoderado de mi embarazo. Para colmo, empezaba el frío y los días se acortaban. Tenía todo el tiempo para mi, y para mi bebé. Me hacía las ecografías y todos los análisis que me tenía que hacer, eso era una regla. Los resultados los esperaba ansiosa siempre, imaginandome tanto lo bueno, como lo malo. Fue una época en la cual me separé un poco de Marcos, quiso tomar distancia porque a él tampoco le estaba haciendo nada bien. De un día para el otro la felicidad se había transformado en desesperación y toda la alegría había sido reemplazada por el miedo. La distancia entre Marcos y yo se hizo notar en todos lados: convivencia, sexo, familias, cenas, reuniones, compras y todo lo referido a los 9 meses que pensábamos compartir enteros y felices, disfrutando de este regalo de la vida. Yo tenía miedo que ese regalo fuese una bomba que en cualquier momento iba a explotar. O, peor aún, que yo misma iba a hacer explotar.

Mis viejos y mis amigos ya no sabían qué más hacer. Había completado una biblioteca de libros maternales donde todos decían que 'era la mejor etapa', 'el momento más feliz de tu vida' y demás clichés que ya estaba cansada de escuchar y nunca sentirlo, vivirlo, poder compartirlo y decir: Si, es lo mejor.
Me recomendaron terapia, cursos, viajes, descansar, internarme, todo. Pero a nada le veía algo bueno, ni nada que me fuera a hacer bien. Ese hijo lo tenía que cuidar con uñas y dientes y pensaba que cualquier cosa le iba a hacer mal. Llegué al punto de no permitirle a Marcos que lo vea, que lo sienta, que me toque la panza y sienta las pataditas. La panza ya estaba enorme y quedaban sólamente 3 meses.

Afortunadamente, para la semana 25 y tal como una vez cambió todo de un día para otro, volvió a pasar. Me empecé a sentir mejor, más tranquila, más sana y segura. Dejé todos esos fantasmas encerrados y en el pasado y recapacité ante mi presente, lo que estaba viviendo y que, de una vez por toda, lo tenía que disfrutar. Me aboqué a la religión y sentí que era mi refugio, mi lugar donde encontrar la paz que no sentía hacía mucho tiempo. Las cosas con Marcos empezaron a estar bien nuevamente y retomé el contacto familiar y amigo que me hacía falta. Escuché consejos, salí a caminar, me tomé las cosas con calma y volví a sonreír. En ese tipo de situaciones es cuando realmente te das cuenta quiénes SIEMPRE van a estar al lado tuyo, a pesar de todo.

domingo, 19 de junio de 2011

Cambios de actitud: cuando la desesperación suplanta la alegría.

No me dejé de tocar la panza por lo menos por 3 horas. Estaba como excitada. Realmente la fantasía de niña se hacía realidad. Nada de globos, almohadones o camperas enrolladas: tenía un bebé adentro mío, formándose, gestándose. Estaba dando vida. Una vida que iba a cambiar la mía, que me iba a llenar de alegría, orgullo y preocupaciones. Una vida que dependía de mí, de lo que haga, no haga, le enseñe o le dé de comer. Una vida que todavía no sabía si iba a jugar a las muñecas o con los autitos y llenarse de barro. Una vida que pasar a buscar por el colegio y revisarle la tarea, que le iba a tener que pegar algún grito cuando se mande una macana y que iba a llorar con la tormenta. Una vida que me va a acompañar en todo momento y que me va a pelear cuando sea adolescente. Será punk? ateo? biker? científico? ciclista? profesor? albañil? rockero? pintor? soñador? creativo? tímido? tendrá problemas? nacerá bien? Miles y miles de preguntas se me cruzaban por la cabeza y no era capaz de responder siquiera una. La ansiedad y la adrenalina me exhaltaban por las noches y a veces terminaba llorando inconsolablemente justamente por este miedo, esta incertidumbre. El solo hecho de pensar que en cierto punto todo iba a depender de mí me ponía nerviosa, inquieta, indomable.

A partir de que noté el crecimiento en la panza empezó la época más difícil en cuanto a lo psicológico. Noches y noches enteras leyendo de maternidad y asistiendo a charlas y hablando con madre del tema. La desesperación para que esté todo bien me llevaba al insomnio y me dejaba sin uñas. Marcos intentaba tranqulizarme, decirme que así era peor y no entendía por qué estaba así. Buscaba maneras de ayudarme, hacerme entrar en razón de que estando así iba a provocar yo misma lo que quería evitar a toda costa. La salud del bebé me preocupaba siempre. Dejé toda clase de comida grasa y no-recomendada por el médico. Bajé kilos que no tenía que bajar y eso me descontroló.

Mario, Laura, mis viejos, mis suegros y los médicos me repetían y repetían que tenía que bajar unos cuantos cambios o sino le podía llegar a pasar algo al bebé. Dejé de trabajar, me instalé en mi casa, esperando que se cumplan los 9 meses. ¿Qué habrá sido lo que me llevó a semejante cambio de vida? El instinto maternal se había traslocado y, si seguía así, la cosa no iba a terminar nada bien.

sábado, 4 de junio de 2011

¡Tengo panza! (y no es por los canelones)

Mario se tomó todo el café que yo no me podía tomar y yo preferí unos jugos de frutas. Me contó todo en un par de horas: viajes, ciudades, fiestas, chongos, sexo, trabajo, moda. ¡Cómo lo extrañaba! Estaba necesitando de una complicidad así con alguien desde hacía tiempo. Me contó lo último en zapatos, lo último en bebidas, lo último en decoración y en tecnología. Me hizo una lista detallada de cada chongo que había conocido en esos hermosos lugares del mundo y describió a cada uno con tanto detalle que hasta me puse medio cachonda yo también.

Después de 4 horas y media quiso comprarle algo al baby y entonces nos fuimos de shopping. Ir de compras con Mario es como tocar el cielo con las manos. Sabe a dónde ir, con quién hablar y qué pedir. Chicas: no saben lo bien que viene un amigo gay en la vida, ojalá tengan la misma suerte que yo. Cuando no sabés qué ponerte, lo llamás y te soluciona todo y vos matás esa noche.
Nos probamos de todo en todos los locales que nos parecieron adecuados y dejamos para lo último los cochecitos, cambiadores, mamaderas y escarpines. Yo hasta ese momento no había comprado nada pensando que todavía había tiempo, pero cuando caí en la cuenta, la lista no terminaba más. Una vez más lo tenía a Mario salvándome las papas. Empezamos a tachar mentalmente algunas cosas que ya, gracias a la madrina, iba llevando en enormes bolsas coloridas.
Es increíble lo boludas que son las vendedoras de artículos de bebés. Está la que te habla como un perrito, que te toca la panza, que te cuenta de la caca y los vómitos y hasta métodos para hacer que se tire pedos. Tenemos a la abuela que te cuenta todas sus experiencias con hijos, nietos y bisnietos y vos tenés que estar como 40 minutos por un par de mantitas. Amorosas todas, con todo el amor y la paciencia del mundo, pero por favor, ¿algún día iba a terminar así yo también? Igual ninguna peor como la renegada que dice que no es nada placentero, que te levantás a la madrugada todos los días, que cuando lloran son insoportables y bla bla bla. 5 minutos duramos en ese local, con Mario cruzamos miradas y nos entendimos.

Cuando volvía para casa pasé por un espejo y me empecé a mirar detalladamente. Me quedé helada: me estaba empezando a crecer la panza y con forma, no sólamente por los canelones y las facturas de la oficina. No pude evitar llorar ahí mismo de la emoción y Mario sacó su pañuelo italiano de seda y me lo dio. Él se hacía el duro pero tenía los ojos vidriosos.
En el auto volvimos hablando de cómo había cambiado todo en tan poco tiempo y recordamos viejas anécdotas juntos. Terminamos llorando a moco tendido y cuando entramos Marcos dijo: 'Uy, y yo que pensé que te iba a hacer bien'. Y de las lágrimas pasamos a la carcajada en un segundo.

viernes, 20 de mayo de 2011

El chongo perfecto

Mario es de esos que nunca sabés dónde estarán ni qué estarán haciendo. Puede estar en Londres tomando un té o en Praga en pleno otoño. Te puede pasar a buscar para ir a comer un chori en un puestito rápido o llevarte al mejor restaurante de París. Puede comer pochoclos descalzo en tu sofá o pagar un recorrido en bote por todo Venecia.

Mario se pierde en los aueropuertos del mundo o te despierta a las 4 de la mañana estando en una fiesta con los garotos del Brasil en pleno lunes. Te hace el regalo perfecto para tu cumpleaños, te conoce todos los gustos y sabe qué escribirte en los momentos más duros de tu vida. Se lleva bien con tu mamá, tu papá lo adora, cocina y sabe combinarse los colores de la ropa. Caballero, te abre la puerta del auto, te pregunta si necesitás algo o qué planes tenés para el fin de semana. Te lleva a viajes relámpagos, paga los mejores hoteles y te ofrece zambullirte en las playas del caribe por sólo 3 días, all inclusive. No tiene problemas con unas vacaciones en Las Toninas con tus viejos y el perro, pero nunca le ofrezcas un chocolate que no sea negro.

Mario mira películas lloronas con vos, te calienta los pies cuando se salió la sábana de la cama y te levanta con un rico olor a café y tostadas calentitas. Te espera las 4 horas de shopping y no le da lo mismo rojo que negro, te dice cuál va mejor con tu color de piel y con los zapatos que te acabás de comprar.

Mario es el chongo perfecto. Pero el chongo para ellos. Mario es gay y acababa de llegar a Argentina después de meses sin pisar su tierra natal. Me estaba tocando el timbre y me estaba invitando a tomar algo, light y sin gas, para ponernos al día con todas nuestras novedades.

'Me imagino que voy a ser la madrina, ¿o no?' salió gritando. Ahí estaba, de vuelta, Mario, mi mejor amigo gay.

sábado, 7 de mayo de 2011

NN masculino (II)

Salir corriendo no podía, llamar a la policía era muy exagerado. Marcos no entendía nada, pero igual me tranquilizó. Seguro de sí mismo, no pensaba en la posibilidad de que un Tarzán podía tocarnos el timbre en busca de su Jane perdida, y preñada. Yo tenía una mezcla de intriga, miedo, emoción, adrenalina y ansiedad, todo junto, era un guiso de sentimientos.

No sabía si producirme, peinarme y arreglarme o esperar atrás de la puerta con el palo de amasar. Podía ser una joda, algún vecino aburrido, el amor de mi vida o, no sé, planteé miles de opciones. Hasta la de que Marcos me estuviese poniendo a prueba. Es increíble lo que puede llegar a pensar una mujer en esas situaciones.

Por las dudas, y para no tener que arrepentirme después, me cambié, me peiné un poco y me puse un poco de maquillaje. Ni muy muy, ni tan tan. Seguramente Marcos no se haya dado por aludido, seguía en la suya y sólo me preguntaba si estaba bien o necesitaba algo.

Para las 3 y media ya me había tomado dos té y había gastado la suela de las chatitas recorriendo el departamento de acá para allá. Yo notaba una sonrisa en la cara de Marcos y eso me daba que pensar. ¿Y si era todo una joda de él y yo estaba cayendo como la mejor y quedando como la boluda del siglo? ¿Qué estaba tramando? Y si era así.. ¿quién iba a aparecer a las 4 frente a la puerta? Mientras seguía dandole vueltas al asunto, el reloj marcó las 4. Puntual, preciso y seguro sonó el timbre. Marcos se levantó y me dijo: 'Dale, atendé'

Me dio un poco más de seguridad y pensé 'puedo estar tranquila, debe ser una joda de él. Ahora seguro abro y hay un payaso con un cartel diciendo CAÍSTE BOLUDA'
Abrí y miré al piso. Zapatos de punta, negros, de cuero, relucientes, brillantes. Pantalón azul platino, formal, suave, al cuerpo. Camisa rayada blanca y azul, haciendo juego, metida adentro del pantalón, bordeado por un cinto bastante llamativo. Pañuelo al bolsillo y un moño en el cuello.

'¡Sorpresaaaaa! ¿Mirá quién vino?' Y lo abracé y lo puteé de alegría.

miércoles, 20 de abril de 2011

NN masculino

No sé si habré sonado muy sacada, o realista, pero por unos días Carolina no molestó más. Era tanta la paz de los días siguientes que ya hasta nos parecía extraño.

Sin embargo, a las dos semanas empecé a recibir unos anónimos a la oficina, a mi casa, al celu.. Al principio eran tranquilos, yo supuse que era para otra persona y no le dí bolilla. Pero cada vez eran más y más. Y tuve miedo, no voy a negarlo.

'Princesita, me enteré de la noticia, ¡felicitaciones!' fue el primero. 10 y media de la mañana y que vengan con una cartita así y las flores, me sorprendió. Marcos no podía ser, era ilógico. Mi viejo ya lo sabía así que a él también había que descartarlo. Sin dudas se trataba de un NN masculino, por el princesita. ¿Quién podía ser? ¿Algún tío? ¿Un vecino? Mis compañeros de trabajo ya sabían todos y no creo que ninguno se ponga a gastar en flores. ¿Un admirador secreto? Yo ya me sentía una diosa, pensando que alguien moría por mí a pesar de mis kilos de más y mi estilo que cada vez lo iba dejando atrás para pasar a lo cómodo. Como toda mujer, me puse a examinar palabra por palabra, mensajes ocultos, caligrafía, gramática, ortografía, todo. Estaba super intrigada. Descarté al instante lo del admirador, porque supuse que no iba a querer una amante embarazada.

Después de un rato volví a lo mío, dejé la carta a un lado y me consolé pensando que se había equivocado el pibe de los mandados y seguí. Pero al otro día me llega un mensaje diciendo: '¿Y? ¿Te gustaron las flores? ¡En unos días voy para allá!'.
Ahí me empecé a preocupar. Que sepa donde trabajo y mi número de teléfono ya era demasiado. A Marcos no le quise contar nada, para denuncia me parecía mucho. Laura no me tiraba una idea coherente y ella misma se enganchó con la historia del misterioso NN masculino.

El día que por abajo de la puerta me llegó la carta que decía: 'Te vas a sorprender: mañana a las 4 voy a tu casa. Esperame eh' con la fecha del día anterior me resigné del suspenso-intriga-miedo y le conté todo a Marcos. Eran las 2 de la tarde. Mi NN masculino estaba por llegar en dos horas.

sábado, 9 de abril de 2011

Me casé con una barrabrava patotera

Era el colmo. ¿Después que te salvó seguís jodiendo? - pensé. Esta mina es turra buscona, seguro que se pensó cualquiera y ahora le va a romper las pelotas todos los días.. Já! Pobrecita, ¿se piensa que no voy a reaccionar? Que no me subestime porque estar embarazada no me ata de manos, así que si le tengo que sacar algunos pelos no voy a tener drama.

Marcos me miró, tenso, como pidiendo disculpas de antemano. Yo lo miré y con la mirada le dije todo. Atendió igual, con miedo a que le tire un plato por la cabeza.
'No, está bien' (...) 'Tranquila, de nada' (...) 'Si, si' (...) 'No, claro' (...) 'Está bien, bueno, dale, ARREGLAMOS, chau, chau..'

Parada, de brazos cruzados y golpeando la chancleta con el piso. Él, teléfono en mano, cara de nada, nervioso.
'¿ARREGLAMOS le dijiste? ¿Arreglamos?'
'No sabés, está re pesada, no paró de agradecerme, dice que le salvé la vida, qué sé yo, me cree Superman, ni idea.'
'Sisi, Batman, pero no me respondés lo de arreglamos..'
'Ah, eso. Nada, dice que me quiere invitar un café para agradecerme, pero no le voy a dar ni bola, que se quede sentada esperando, je, em.. mhmm.. je.'

Sin pensarlo agarré el celular y la llamé:
'Escuchame boluda, si querés agradecerle, dejate de romper las pelotas y no llamés más, ok? Porque él te ayudó pero nada más, está conmigo, si? No pienses cualquiera, pedazo de trolita. Porque si no te acordás, nos casamos, estamos viviendo juntos y aparte, así como un detalle nomás, estoy embarazada. Así que más vale que no aparezcas más porque la próxima no va a haber una llamada. No te olvides que sé dónde te puedo encontrar. ¡Chau!'

Marcos se quedó con la boca abierta y los ojos abiertos: 'Bueeeeeeena. No te tenía así eh. Mirá, me casé con una barrabrava patotera'.

jueves, 24 de marzo de 2011

Náuseas, vómitos, mareos y dolores de cabeza

Para terminar de sacarle a la doctorcita de la cabeza, cuando llegamos a casa, le hice un gestito cómplice y nos fuimos directo a la cama. En ese momento me empezó a doler la panza, tenía mareos y sentía el estómago revuelto. Pero pensé en seguir adelante con mi plan.

Estando encima de él, en medio del acto, no aguantaba más. No lo estaba disfrutando, estaba desconcentrada, como en otra. La cabeza me daba vueltas, me subían y bajaban cosas por dentro y, casi sintiendo que iba a explotar como un volcán la cena de esa misma noche, salí corriendo tapándome la boca con la mano.
Llegué con lo justo al inodoro y lancé todo. Marcos me gritaba desde la cama si estaba bien, si necesitaba algo, qué qué podía hacer él. Y yo seguía con el volcán interior que parecía no parar.
Medio renegando, y cansado, se levantó, se puso el calzoncillo y me fue a buscar un vaso de agua y me tranquilizó con caricias, diciéndome que me calme, que todo estaba bien. Sin preocuparme, sabiendo que los primeros meses eran los peores y que estas situaciones se iban a repetir bastante seguido, le agarré la mano, sin decir nada, esperando a que pase.

A los minutos, estaba sentada en medio del baño, con los pelos revueltos, cansada, me lloraban los ojos de hacer fuerza y tenía un sabor espantoso en la boca. Desnuda, abatida, me paré, empecé a sentirme un poco mejor, me miré al espejo y me empecé a reir. La escena dejaba mucho que desear. A partir de este momento si buscaba la seducción, no se me iba a borrar nunca la imagen en el espejo. Nunca había estado peor.

Me sequé la baba, me lavé los dientes, me arreglé un poco y me vestí. Lo que antes había sido el intento de un encuentro sexual, ahora se había transformado en una pieza de enfermo. El tecito en la mesa de luz, la frazada por el frío, la almohada para estar mejor y el silencio absoluto para no molestar. No quise tomar ninguna pastilla, aspirina o algo que se le parezca, por las dudas. Más aún en los primeros meses. Si las cuentas no me fallaban, estaba entrando a la séptima semana de embarazo. Tenía que tener fuerzas, ya que, según me habían dicho, en mes, mes y medio iba a empezar a poder disfrutar, por fin, de todo lo que me estaba pasando. Las náuseas y demás síntomas quedarían en el recuerdo como anécdotas divertidas.

El santo de mi marido, que se quedó caliente, decidió dormir en el sofá para no molestarme y que tenga todo el espacio en la cama que necesitara. Pasó frío, estuvo incómodo y no durmió bien.
Al otro día me sentía un poco mejor, pero todavía quedaban muestras de la noche que había pasado. Estábamos en el auge del otoño y Marcos se resfrió. Ahora los dos necesitábamos más mimos que nunca.

A eso de las 5 de la tarde, cuando los dos volvimos de trabajar, volvió a sonar el teléfono de Marcos anunciando una llamada de Carolina. Y ahora, ¿qué quería?

lunes, 14 de marzo de 2011

Marido al rescate.. de su ex

Esa noche estaba medio fresco, así que agarré una camperita y me la puse sobre los hombros. A Marcos lo noté tranquilo, como si tuviera que hacer un trámite. Yo me comía las uñas de la ansiedad, quería ver qué fue lo tan trágico que la llevó a la yegua a llamarlo a él y sólo a él en medio de la noche por un choque con el auto. ¿Tan grave podía ser?.

Durante el camino preferí no hacer preguntas y me limité sólamente a escuchar las canciones de la radio. De todas formas lo miré de reojo varias veces para verle la cara. Pero seguía igual, ni preocupado, ni contento, ni exaltado ni conmovido. Estaba igual que siempre, tenía cara de foto de documento. Hasta llegó a canturrear algunas estrofas de las canciones.

Cuando llegamos ya se habían acumulado un par de espectadores y yo, ante la impresión, preferí quedarme en el auto. Por lo que llegaba a ver, había chocado contra un árbol, le había saltado el air-bag y se trabaron las puertas. Entre la gente no salió ningún hombre con la medalla de héroe a salvar a la pobre (¿pobre?) mujer atrapada y Marcos, sin pensarlo, agarró un ladrillo o un pedazo de vereda que encontró, rompió el vidrio y la sacó como se sale en las películas, en plena explosión, con el machote agarrándote tipo sillita y vos shockeada, con cara de espanto, pero con el pelo divino y sin una manchita en la cara o el rimel corrido.

Dado que ya 'había pasado lo peor' decidí bajarme y poner un poco de orden. Después de todo, ese hombre tiene dueña y esa era yo. La saludé cordialmente y le hice las típicas preguntas tontas que se hacen en ese tipo de situaciones. '¿Estás bien? ¿Necesitás algo? ¿Qué pasó?' Ante todo la educación.
Pero parece que la boluda venía hablando por celular y maquillándose un poco (¿a esa hora? Al final yo tenía razón, iba por un chongo) y las dos neuronas no se le pusieron de acuerdo y perdió el control del auto y fue a parar contra semejante tronco. Le saltó la bolsa de aire y se trabaron las puertas. En ese momento no quiso asustar a los padres y pensó que sus compañeros de trabajo o los mismos amigos podrían estar con sus respectivas familias, descansando o cenando. El que quedó en la lista de llamados en caso de emergencias parece que fue Marcos y ahí cayó él para seguir sumando puntitos y estrellitas doradas en el buzo de policía y soldado de la nación, recibido con los mejores honores.

Al ratito nos tuvimos que despedir, ya se había solucionado todo, pero la bronca en el medio de la garganta la tenía que descargar. Así que le dije 'Tené más cuidado la próxima, eh. Que mi marido no va a estar siempre y es preferible llegar sin maquillaje pero con la cara sana. Fijate que te acaba de salir un grano en el medio de la frente y te cortaste con un vidriecito el cachete. Una pena, divina.'
Marcos me fulminó con la mirada, pero yo le sonreí y le di un beso. También de película.

martes, 1 de marzo de 2011

El martes es un día de trampa

'¿Qué quiere la estúpida esa? Gato barato'
'¿Eh? ¿De qué hablás? ¡Dame el celu que me están llamando!'
'Es Carolina, ¿vas a atender igual?'
'¿Carolina? ¿Que querrá? Por ahí le pasó algo..'
'¿Por ahí le pasó algo? A las 11 y media de la noche de un martes te llama porque "le pasa algo" ¿Qué le puede pasar? ¿Se le cayó el chongo de turno y ahora prueba con vos?'

A todo esto el teléfono seguía sonando. Era una guerra planteada. O ella o yo. Yo lo veía así. Si atendía, la elegía a ella y no pensaba en que me podía molestar, en lo que se me pasaba por la cabeza o cómo lo veía yo. ¿Acaso él no se daba cuenta que era una batalla? ¿Cómo no conocer la eterna batalla ex-actual? No hay tregüas ni 'por ahí le pasó algo'. Todos tenemos a alguien que nos acompañe cuando necesitamos ayuda, antes que un ex. Por más fuerte que haya sido la relación, vas a acudir antes a un familiar, amigo, compañero de trabajo o vecino. Si llamás a un ex puede ser por dos motivos: o querés seducirlo y que pase algo o joder a la actual, que encima está embarazada. Es así. Pero él parecía no saberlo. Es tan inocente o se hace el boludo y le sale bien. Pero a mi ese jueguito no me va.

Todo esto se me pasaba por la cabeza. Él atendió igual. Pero parece que tenía razón. La doctorcita había chocado con el auto y no podía salir, estaba atrapada. Si bien las cosas con Carolina no terminaron del todo bien, tampoco terminaron mal. Marcos es un buen tipo y es capaz de separar las cosas. Yo sé que él está enamorado de mí, le creo cuando dice que soy la mujer de su vida y confío que quiere estar conmigo para siempre. Pero así, embarazada, hinchada, gorda, despeinada y con menos ánimo que una anciana, cualquiera era mejor que yo. Y ella no era cualquiera. Tenía el plus de ser la ex (¿donde hubo fuego, cenizas quedan?) y aparte estaba buena, lo tengo que admitir. Era un minón, pero también una yegua.

No me iba a quedar atrás y, con la excusa de "por ahí necesitan ayuda" me subí al auto con Marcos. Salimos para allá.
Yendo para allá pensaba.. ¿Estoy apunto de ayudar a la ex de mi marido?

miércoles, 2 de febrero de 2011

Prohibido llamar a un ex

'Jajajajaja, ¿si? No me digas. ¿No te preguntaste si a mi me iba a gustar o no?' - le pregunté.
'Es una decisión tomada.' - casi caprichoso.
'Mirá Marcos, me parece que es un tema muy importante y que lo tendríamos que decidir entre los dos. No pasa por capricho de cada uno. Me parece buenísimo que quieras seguir una especie de tradición, pero a mi el nombre para el nene no me gusta. Para un hombre como tu viejo me parece correcto, pero a estas alturas del siglo ese nombre no da.'
'Pero gorda, sería una re sorpresa para mi viejo, ¿te imaginás la cara cuando se lo digamos? Después cuando jueguen al fútbol, en un parque o le enseñe a pescar o cosas así, típicas de abuelo..'
'Sisisi, todo bien - me empezaba a calentar - pero a mi no me gusta y me parece horrible para un nene chiquito. Aparte, ¿qué sabés si es varón?'
'¡Pero si vos lo dejaste re claro que querías un varón!'
'Bueno, pero hay que ver.. no sé, en una de esas la naturaleza nos da una sorpresa.'

Quedó ahí. No volvimos a tocar el tema para evitar una nueva discusión. Fuimos a ver vidrieras de ropa para bebés, pensando por ahora sólamente en el color blanco para no cometer errores. Pensamos en pintar una piecita y remodelarla para el bebé. Soñamos con autitos, pelotas y un nene trepado a un árbol; pero también en muñecas, cocinitas, maquillajes y una casa repleta de color rosa. Pensamos en chupetes, mamaderas, andadores y pañales. Organizamos futuras vacaciones familiares, armamos un plan económico para sobrevivir y rogamos que los abuelos nos ayuden ante cualquier dificultad. Nos abrazamos, estuvimos mirando mi panza por un buen rato y me mimó con cositas ricas. A la noche cocinó él y cuando estábamos juntando los platos le suena el celular. Como yo estaba cerca, lo agarré, lo miré y se lo pasé. Antes que lo agarre, lo miré de nuevo porque me pareció ver algo que no estaba bien. En la pantallita del celular decía: Llamando.. Carolina.

viernes, 14 de enero de 2011

¿Guillermito?

'Marcos: andá a comprarme un cuarto de bizcochos de grasa. Por favor. Los quiero comer ya, con unos mates dulces. Y con vos.'
'¿Eh?' Seguí durmiendo, dale.'
'No, en serio. Tengo un antojo, mi primer antojo. Mirá si después el bebé sale con manchitas, arrugas, ronchas o algo por el estilo. ¿Te acordás de mi prima, la del interior? Bueno, tuvo un nene y durante el embarazo se antojó de sandía, que no encontró en todo el pueblo y cuando nació el nene, le salieron puntitos negros, como las semillas de la sandía. ¡Un horror! ¿Vos querés eso para tu hijo? ¿Eh? Dale, despertate que alguna panadería debe estar horneando las cosas ya.. Un cuartito de bizcochos te van a dar'.
Renegando, mi hombre se levantó, se vistió, se acomodó un poco los pelos y después de confundirse el peine con el cepillo de dientes, agarró las llaves, bajó y se fue. Yo lo esperé despierta, con la pava en la mesa y unas ganas locas de sacarme el gustito. Media pava más tarde, apareció con medio kilo de cuernitos, bizcochitos y demás. Mi boca era una laguna de baba y el olorcito llegó enseguida. Me levanté, lo abracé y le agradecí.
'No sabés cómo te la voy a hacer pagar a esta.'
'Callate y contame todo' - y mordí el primero. La sensación de sentir el calorcito, el gustito salado y grasoso en mi lengua fue tan reconfortante..
'Pasé por 4 panaderías y ningún panadero me quería abrir. Yo estaba a los gritos diciendo '¡¡¡Mi mujer está embarazada y antojada de bizcochos de grasa, ayuda o no me abre la puerta nunca más!!!' Hasta que en la quinta panadería se apiadaron y me abrieron la puerta. No sé si fue por mi cara de desesperación, cansancio, sueño o resignación, pero me abrió. Y después nada. Pagué y me vine para acá. Todo sea por Guillermito'
'¿Por quién? ¿Guillermito? ¿Quién es Guillermito? ¿El panadero?'
'No. Nuestro hijo. Yo quiero que se llame así: Guillermo Miguel. Como mi papá'.