domingo, 9 de mayo de 2010

Luna de miel

Yo la escuché entrar, pero nos hicimos los dormidos. La cara de sorpresa que puso cuando abrió la puerta y nos encontró así me la acuerdo todavía hoy y mis amigas me la hacen hacer cada 2 x 3.

A la semana teníamos los bolsos armados, toda la ropa apiladita y ordenada esperando ser usada del otro lado del continente, junto con la cámara de fotos, los lentes y mis cremas para el sol. Marcos se llevó una pelota de fútbol (diganmé para qué), su perfume favorito y sus cigarrillos preferidos. En el aeropuerto nos seguimos dando besos, mientras hacíamos el papelerío, y exhibíamos con orgullo nuestra situación de marido y mujer. Mis valijas y sus bolsos fueron bastante pesadas, pero con unos pesos arreglamos con la chica que nos atendió y pudimos llevarnos todo, sin dejar nada.

Yo tenía un sombrero en la cabeza, un pañuelo atado al cuello y los lentes de sol. Siempre quise hacer mi primer viaje en avión así y me sentía la reina de Inglaterra (pero joven). Marcos pudo superar su miedo a los aviones y nos leímos unas cuantas revistas, miramos una peli a la noche, pero nuestro amor quedó expresado ante los ojos de todos. Eramos dos tortolitos enamorados, haciendo su luna de miel. La alemana que estaba adelante nos miraba raro. Está bien, lo admito, fuimos un poco reboltosos cuando todos querían dormir y mi marido estaba un poco mimoso.

Igual, a eso de las 4 de la mañana, hora argentina, volando por el norte de Brasil, el calor se hizo sentir tan fuerte que, aprovechando la tranquilidad del avión y el silencio en el pasillo, nos sacamos los cinturones de seguridad y lentamente, nos dirigimos al baño. ¡No iba a viajar por primera vez en avión sin cumplir esa famosa fantasía de hacerlo en el baño!

Primero entré yo y observé el panorama. El lugar era chiquito, pero apretaditos los 2 entrábamos. Marcos me siguió y me besó el cuello. Ya mi camisa azul se empezaba a desprender y su remera roja con una frase que decía 'La pasión no tiene fronteras' estaba en el piso. Me dijo cosas muy zarpadas al oído y se me puso la piel de gallina. Le desprendí el jean y su boxer de corazones relució su.. su.. sus ganas de estar conmigo (mal pensados!). Mi cinturón lo usó para atarme las manos y fuí víctima de su placer. La barba me rozó la espalda y pude sentir sus besos por mi cintura. Yo hacía todo por poder tocarlo y sacarme las ganas de sentir su cuerpo también, pero no podía.

En medio de tanto jolgorio, sentimos un par de tacos en el pasillo, cada vez más fuertes...

Al minuto, el ruido cesó, pero después escuchamos del otro lado un:

toc toc, '¿hay alguien?'

6 comentarios:

  1. jajajaj que divertido! xD y justo tenian que golpear u.u



    jajaja
    un beso che!

    igual, hasta ahora no pareces tan mal atendida eh! ajjaja beso!

    ResponderEliminar
  2. Entraste al club de altura Mal Atendida! Y la azafata (supongo que son las únicas que usan tacos en pleno vuelo) te fue a cortar el mambo, TÍPICO! ¿Cómo sigue?

    ResponderEliminar
  3. si, espera que termine de garchar!! tucuMALA

    ResponderEliminar
  4. Siempre un inoportuno, resentido.

    ResponderEliminar
  5. Caramba... que inoportuno...
    Ni da quedarse con "las ganas de estar conmigo" in crescendo.

    ResponderEliminar
  6. Algún día haré la del avión; igual primero lo primero, la primera vez y la practica después (con rima y todo). Jajaja. Quiero saber qué pasó! Beso :)

    ResponderEliminar